domingo, 15 de noviembre de 2015

Quiero que sepas que he decidido olvidarme de ti. Que mi mente no recuerde nunca más nada tuyo. Tengo demasiadas ilusiones rotas como para seguir imaginando nuevas y solo recibir indiferencias.

Pienso en ti, te deseo y no estás. Siento ser una molestia en tu vida. Y no digas que no.  No pienses ahora que no. Sé que me quieres, pero tienes tu vida, y yo únicamente paso y estorbo; cualquier ciego puede verlo. Las razones se han juntado para decidir: ya casi ni hablamos a menudo y llegara un momento en el que ya ni hablemos más,  pronto no sabrás de mi ni yo de ti. Voy a olvidar todo. Tu dirección, las fotos que me enviabas, tus mensajes; tristes, dulces, alegres que sólo sirvieron para crear falsas expectativas. Estoy cansado de desearte y encontrar siempre una respuesta negativa, fría o distante.

No quiero que mi mente imagine momentos que no van a existir; porque eres distinta, porque te imagino distinta; y cuando llega la realidad, ese momento, lo imaginado no sucede, y me siento mal. Peor aún, me siento desamparado, desprotegido demasiado olvidado.     No tienes la culpa, vives tu vida.

Tu celular debe estar lleno de mensajes míos preguntado: cuando nos veremos? y me pregunto ¿por qué lo hago? si ya sé la respuesta que me darás.

Soy yo el molesto, quien llega a fastidiar, a pretender cosas que no debe. No sé por qué lo hago, será tal vez porqué siempre que te deseo no te tengo; o será que no puedo explicarlo.

Cuando te veo feliz con los demás y no es conmigo, me doy cuenta que ya no te voy a tener. Que de nada sirve tenerte en mi mente, en mi corazón. Que no puedo evitar los celos de verte sonreír, de no sonreír conmigo. Entiendo, es mejor olvidar tu existencia, al fin, la distancia y las ocupaciones harán su trabajo. La memoria no es tan fuerte, el corazón no es tan tonto.

Si te olvido ya no sufriré, ni crearé ilusiones débiles en mi corazón, ni pensaré en ti como en una mujer. Así entonces, todo va ser mejor para ti y para mí. Para mí por las razones que te explico, para ti porque ya no tendrás esa piedrita en el zapato que te molesta.

Estamos acá, al final. No pienses que soy trágico o melodramático. Existe la necesidad de dar vuelta la página para poder seguir. No importa si el final es alegre como imaginé o triste.
No hay nada más que decir.
Adiós